El negocio está muy difícil. Esto lo sabe cualquiera que vaya por la
calle, lea los periódicos o vea la televisión. Pero parece que nuestros jefes piensan
que eso son excusas de malos trabajadores que no saben cumplir los compromisos.
Compromiso. Bonita palabra; uno se compromete con la pareja, con los
hijos, con los amigos,... con todo aquel que él quiere comprometerse y de quien
se fíe que en caso de no poder cumplir, sabe que tú pareja, tus hijos o tus
amigos te comprenderán. O lo intentarán.
Y algún sesudo bufete de esos que han llevado a la ruina a esta
sociedad, ha preparado algún curso formativo, y caro, donde el invento es que
hay que conseguir comprometer a los empleados con la marcha de la empresa.
Y cada uno se busca la vida como puede; uno hace un curso, lo
publicita como la panacea milagrosa y otro lo compra porque... si es tan bueno,
¿cómo no lo voy a comprar? Y llegamos a que se insta, se obliga, se
presiona,... para que las plantillas adquieran compromisos de consecución de
objetivos.
Y tú que vas de buena fé, asumes con tu jefe que con la plantilla que
él te pone, en el tiempo que él te señala, el producto que él te marca y al
precio que él te dice, tienes que vender/colocar/conseguir.... xxx seguros, estructurados,
etc.,...
Y hasta ahí, casi todo normal, o más bien... “a
todo se acostumbra uno”.
Peeeeeeeeeero... un compromiso por escrito, es un compromiso por
escrito. Y nadie sabe hasta donde pueden llegar, si se incumplen, sus
repercusiones o sus consecuencias.
Desde UGT hemos
avisado muchas veces de este tema y volvemos a insistir: El momento que nos ha
tocado vivir necesita que todos demos lo mejor de cada uno, por supuesto de 8 a
3. Pero de eso a “exigir” compromisos,
por escrito, cuando la única opción que tiene el comprometido es decir “si” o “si”, puede
rozar el abuso de autoridad, o incluso el acoso laboral.
Si de 8 a
3 no da tiempo o no se genera suficiente negocio, probablemente sea un problema
de gestión de la Dirección de la Entidad, más que del currito de la oficina.
Así pues pidamos a cada uno sus responsabilidades: al gestor, que gestione y al
currito, que curre.
Y sobre todo no perder el respeto a las personas. Poner
por escrito “tu equipo no mete una”(sic), dudar de
su capacidad y de su voluntad o amenazarles con chivarse al superior... no es
lo mejor que puede hacer un jefe de equipo, tanto que se les llena la boca con
lo de los equipos, para conseguir un buen ambiente de trabajo.
Y la buena educación con los subordinados y el buen
ambiente de trabajo, es el primer paso para conseguir resultados. Que esto también hay cursillos que lo dicen.