La remesa de cierres anunciada significa para una
serie de compañeros la aplicación de
medidas de movilidad geográfica.
Puede que a alguien le
parezca que estas cuestiones son residuales, como expresó un significativo responsable de una de las secciones
sindicales firmantes, en comparación con el
volumen total de plantilla de Ibercaja. Para nosotros no lo son. Detrás de cada traslado a cientos de
kilómetros hay un problema grave y, en este caso un ERE injustificado que lo
ampara respaldado con la firma de algunos sindicatos.
Lo cierto es que, pese a que a ti no te afecte,
hay gente que se va a ir de Valladolid a Mequinenza, de Burgos a Sallent de Gállego, de Mérida a Teruel, de Guatemala a Guatepeor...
Y lo cierto también es que, si dicen que no y optan por abandonar la
empresa, la indemnización que
van a percibir, para pasar el mal trago, puede ser en este ERE de una anualidad menos que en los anteriores. Resulta vergonzoso e inexplicable comprobar
como los sindicatos firmantes dejaron a la parte más débil del ERE
todavía más desprotegida ante una situación tan traumática.
En el anterior ERE, no firmado tampoco por UGT, se
decía desde los sindicatos firmantes que
establecer una indemnización de 42 mensualidades era el mejor modo de controlar
la movilidad salvaje, a base de encarecer su coste.
Si ahora esto se ha rebajado
sustancialmente, parece que estos sindicatos, además de renunciar otra vez a su control, han claudicado también
en su coste. Como ya dijimos en otra circular, la defensa de los que se
quedan muchas veces es más de boquilla que real.
Hoy no te ha tocado, pero mañana ...