miércoles, 19 de noviembre de 2014

INVISIBLES

A diario vemos personas de gran valía, excelentes profesionales, rápidos y resolutivos, que a pesar de la escasez de plantillas, sacan un trabajo irreprochable, pero que por no querer prolongar su jornada, resultan “INVISIBLES” para optar a puestos de mayor responsabilidad.

Por el hecho de no ir por la tarde, algunos de estos compañeros desarrollan a su alrededor en
ocasiones, una irracional mala conciencia que les hace sentir “peores” que aquellos que la
prolongan con independencia del desempeño y la capacidad de trabajo desarrollado.

Como consecuencia de la estructura social de este país, esta cuestión afecta en mayor medida a las compañeras. Ellas, en general, asumen una mayor responsabilidad familiar y en muchos casos no quieren, no pueden o no desean, prolongar su jornada por la tarde. En todos los casos que conocemos, su tiempo libre dedicado a cuestiones personales y/o familiares les reporta tanta o más satisfacción que su faceta laboral. Y eso es algo que los demás, jefes o no, tenemos que respetar, porque todos tenemos familia de una u otra clase.

En Europa se viene demostrando suficientemente que hay otra manera de hacer las cosas: horarios racionales, apagado “institucional”, eficacia en las tareas y desprecio al "presentismo”, síntoma de ineficacia y de baja productividad. De quien lo practica y/o de sus superiores.

Las prolongaciones de jornada en iberCaja, son resultado de una determinada política de gestión de recursos humanos y de gestión del negocio, que se empecina en incentivar el “presentismo”, por encima del trabajo de calidad que pueda desarrollar un empleado con independencia de que prolongue o no la jornada.

¿Cuándo se dará cuenta la entidad de que con horarios sin control y, bloqueando, en la práctica, las carreras profesionales de los que no trabajan TODAS, o casi todas, las tardes, el mayor perjudicado de forma directa e indirecta es la propia entidad?

Desde UGT-iberCaja, queremos reivindicar el trabajo de estos compañeros y compañeras, que permanecen “invisibles” para la Dirección por no regalar su tiempo y seguiremos denunciando con las herramientas a nuestro alcance, los horarios irregulares y la tremenda discriminación, que se hace a efectos de valoración entre “los que acuden a la oficina fuera del horario convenido y los que no”.

lunes, 17 de noviembre de 2014

LAS LISTAS DEL MIEDO

Si ya es difícil sobrevivir al caos y frustración que está provocando la integración entre la
plantilla, la cosa se complica cuando empieza a cundir cierto nerviosismo e inquietud sobre el
futuro profesional y personal que la reestructuración futura pueda implicar. Alimenta esta
inquietud durante el desempeño diario de nuestras tareas cierta fama, sutilmente extendida,
en cuanto a la facilidad de gatillo de la Dirección a la hora de repartir expedientes
disciplinarios.

Todo este explosivo cóctel se agita y se sirve descarnadamente desde alguna opción sindical
a la hora de ofrecer sus listas sindicales como escudo protector en aquellos territorios poco
proclives a sus mensajes. El escenario que alguna organización sindical describe en sus
visitas a los recién llegados compañeros procedentes de Caja3, lejos de matizar todas estas
actuaciones, las magnifican, creando un clima de auténtico desasosiego. Cuando ya la
presión ha alcanzado el punto óptimo, se presenta su inclusión en una lista sindical para las
próximas elecciones como la tabla de salvación a la que agarrarse en caso de “accidente”.

Desde luego, es difícil rellenar una candidatura sindical si nadie te ayuda. Si eres muy
amarillo, por la vergüenza ajena que provocan tus actuaciones. Si eres reivindicativo y
luchador, por el compromiso que supone.

Estar afiliado a un sindicato “de verdad”, es algo que recomendamos a toda la plantilla.
Participar voluntariamente en la vida orgánica de un sindicato o al menos ayudarle a seguir
en la brecha firmando una candidatura es algo digno de agradecer porque es la gasolina que
necesitamos para seguir adelante.

Pero, plantear cualquier tipo de chantaje emocional a cualquier compañero o compañera
para lograr dichos fines, es algo que dista mucho de una ética profesional o sindical asumible
desde UGT, por muchas listas electorales que haya que completar.

No os dejéis embaucar, quién hoy os “utilizan” con el argumento del miedo, mañana os
pueden dejar tirados, junto al resto de vuestros compañeros.

lunes, 10 de noviembre de 2014

EL TRAMPANTOJO DE LOS COMPROMISOS

Hemos aceptado como hecho consumado que todos tenemos unos compromisos en nuestro
quehacer, que nos limitan y nos condicionan en el trabajo del día a día.

Este es otro invento maquiavélico de quien incapaz de dirigir con dos dedos de frente y de
realidad, intenta crear a los trabajadores de esta entidad la obligación de colocar a los
clientes unos productos determinados, en cantidad, precio y oportunidad, porque “tienes
unos compromisos”.

¿Qué compromisos? ¿Quién ha adquirido compromisos por mi sin preguntarme? Lo que dice
la normativa sobre la venta compulsiva de seguros, ¿es compatible con los compromisos?
¿o solo lo pone para que el BdE se quede tranquilo?

Si te marcan lo que tienes que vender, a quién se lo tienes que vender, te dicen el precio al
que lo tienes que vender y la cantidad que hay que vender, estarán dirigiendo la empresa,
con mayor o menor acierto, y ya se verá en el resultado.

Pero si todo eso te lo convierten en “compromisos” que tú (sin haber participado en ninguno
de esos pasos) debes cumplir, te están estafando y buscando crearte la duda moral de “que
he adquirido unos compromisos y debo cumplirlos”.

Algún despacho de los vendedores de humo, de esos que tienen su parte (y no poca) de
responsabilidad en la crisis, asesores, consultores, coaching, management solutions, y
demás ralea, debieron crear y vender a buen precio, la idea de que el currito tuviera la
obligación moral de unos compromisos” y ahí estamos.

Así que cuando alguien os “intimide” con los compromisos, decirle que se deje de historias,
que aquí venimos a trabajar y no a sentirnos culpables de no vender (o colocar) lo que
algunos han decidido, al precio que han decidido, en la cantidad que han decidido y
haciendo tiempo que no pisan una oficina. Ni ganas que tienen.