lunes, 30 de julio de 2012

Quienes somos y donde estamos


Después de cuatro años de llenarnos la cabeza con mantener el ADN, el nombre y el control, la fortaleza de nuestro balance, nuestra liquidez y demás soflamas, resulta que llegados a estas fechas no sabemos si estamos en un proceso de fusión a tres bandas, si va a ser a dos o si no va a ser; si estamos pendientes de unos señores alemanes y americanos para saber si tenemos futuro en solitario o no, o ver si nos ponen buen precio y alguien nos compra. Y no será porque no hemos pedido explicaciones... pero no nos las dan: no sabemos si porque no quieren o porque no saben qué decirnos.

Y mientras, dependiendo de qué caporal te toca se va pasando el tiempo, entre el miedo y la incertidumbre de cual va a ser el futuro de cada uno.

Los intentos de transmitir calma, vía reuniones en la Red y visitas de los jefes a las oficinas, en estos momentos, se entienden poco, ya que a estas alturas, ya sabemos qué pinta cada uno en esta casa, y un rumor que te diga alguien que ha oído a un primo suyo en la Dirección es más atendido y creído que la visita de un Territorial, y ya no decimos nada, si el que te visita es un jefe de zona.

Y si tenemos que elegir entre los discursos “animadores” y las instrucciones inquisitoriales del día siguiente por email, pues el resultado es... cuando menos desalentador.

Esta moda de pedir informe tras informe, a nivel de oficina y señalando, bajo el criterio del director, quién hace el qué, quién colabora y cuánto, no es la mejor forma de motivar: es la mejor forma de crear un ambiente de miedo que choca frontalmente con el intento de transmitir tranquilidad y confianza a los clientes.

Porque tan listos que son los que nos mandan.... Una persona a la que le asustas/amenazas con controles y requerimientos diarios ¿cómo hace para convencer a un cliente de la buena situación de iberCaja? ¿Cómo se hace eso?


Saint-Exupery decía que “Dirigir personas no es tarea fácil; empujarlas, en cambio, es muy sencillo”

¿Qué buscan nuestros excelsos líderes? ¿Ejercer el poder? ¿Tener al personal subordinado, crear temor, señalar culpas y errores, premiar la fidelidad irracional...? Eso es pan para hoy y hambre para mañana.

La historia demuestra que los resultados inteligentes se logran consiguiendo que las personas colaboren, no que obedezcan; generando confianza, no miedo a la visita del jefe; resolviendo problemas, no diciendo a la gente que se busque la vida...

Y si a la tradicional falta de imaginación y de criterio en nuestros jefes, le sumas el silencio de las alturas... no es la mejor situación posible.

Cuando se piden nombres de las personas que “no colabora” estamos entrando en la competitividad entre compañeros ¿así se hacen equipos de trabajo?

Y si tenemos que dar nombres de personas que “no colabora”, podríamos empezar a pedir explicaciones de qué hacen algunos supermegajefes que tiene nombres tan rimbombantes (y salarios acordes) como Consejero Delegado, Director de Área Financiera, de Negocio, Tecnologías y Sistemas, Director de Zona Tradicional, de Expansión,... porque alguien será responsable de la marcha del negocio... ¿o solamente
es responsable el currito que no vende seguros?

Recordemos a Lope de Vega: ¿quién mató al comendador?... Fuenteovejuna... ¿y quién es Fuenteovejuna?... todos a una.

Cuando a un Territorial, a un Jefe de Zona, o a un Director le piden que señale quién “no colabora”, en vez de señalar al último de la fila, que tengan el salero y el valor de no cebarse en el más débil, que si en el barco vamos todos... VAMOS TODOS y si el barco hace agua, el fogonero tiene su parte de culpa, pero el capitán y los oficiales, también y más.

Así pues transmitamos confianza a través de la transparencia y de la información, no solamente de palabra, sino a través de los hechos; no busquemos culpables; creemos buen rollo de trabajo y no fomentemos la competitividad insana entre los compañeros de una misma oficina o de una zona. Que los papeles se archivan solos, el cajero se cuadra y se carga el solico y los recibos no hay que gestionarlos.

A lo mejor así, cuando tratemos con los clientes, seguro que es más fácil transmitir buen ambiente y confianza en la entidad, en nuestros jefes. Y nos ahorramos las charlas aleccionadoras y pelin amenazantes.

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