jueves, 21 de marzo de 2013

ENGAÑADOS


Como todos los años por esta fechas, llega el día en el que se hacen públicos los “Informes de Desempeño”. Los empleados accedemos al conocimiento de lo que opinan nuestros Jefes de nosotros y nuestro trabajo, y es ahí cuando en muchas ocasiones acontece la “sorpresa”; para algunos más que desagradable, tremendamente desmotivadora

Alucinados asisten a sus resultados muchos empleados de oficina: en unas zonas más alucinados que en otras. Estupefactos por la radical bajada de notas respecto a años anteriores. Acuden a hablar con su director para que les aclare cuales habían sido sus criterios para semejante “suspenso”. Pero más atónitos aún se quedan cuando el mando superior les dice que él, no podía valorarlos por encima de lo que habitualmente le valoran a él, es decir, que el buen señor toma como referencia sus calificaciones y a partir de ahí, decide que sus empleados no pueden ser “mejores empleados” que él.

Conocemos casos (Territorial La Rioja-Guadalajara) donde además del anterior despropósito, los subordinados insistían en una aclaración lógica, esgrimió el argumento de que el año no había sido bueno a nivel de objetivos, y que por tanto, las calificaciones debían ir en consonancia a los resultados. Segundo despropósito, ¿en que lugar del manual y de la normativa pone eso.....?

Y es más, ¿y en donde pone de la normativa que la evaluación de desempeño no tenga que ser puesta en común y comentada por ambas partes? Pues no, este directivo jamás ha citado a ninguno de sus empleados para comentar la evaluación, rellena las encuestas a golpe de “decretazo”, sin rigor, sin criterio objetivo alguno, y lo que es peor, sin tener en cuenta el daño moral que su falta de método infringe a sus empleados.

Y ya, para rematar la faena, les dijo a los compañeros que no se preocuparan, que lo que él ponía en los informes no tenía importancia, y que no obstante, ya lo corregiría al año que viene. Si, si.... pero lo escrito, escrito queda, y no están los tiempos como para andarse con “equívocos”.

Para evaluar personas se necesita preparación, rigor y objetividad; todo directivo, del nivel jerárquico que sea, al que se le encomienda una labor de “Evaluador” debería partir de estas premisas, pues de lo contrario, es mas relevante el daño que causan, que el pretendido beneficio para el que se instauró el “Informe de Desempeño”.

Llegados a este punto, desde la más absoluta impotencia, uno se pregunta ¿qué podemos hacer frente a semejante injusticia? No es normal que un mismo trabajador pase de ser maravilloso a mediocre en función de quien lo evalúe y de las apetencia anímicas de su evaluador. Estamos totalmente indefensos ante este tipo de situaciones. ¿Ante quien te puedes quejar? ¿Y a quien se hará caso?

Seamos serios. Los tiempos son difíciles para el sector y más aún para los trabajadores que día a día estamos lidiando en el ruedo con la opinión desfavorable de quienes se empeñan en vernos como “banqueros”, responsables de todos los males financieros de este país; y no obstante, ahí estamos, dando lo mejor de nosotros mismos y defendiendo nuestra plaza con orgullo y la moral alta. Y desde luego, lo que menos falta nos hace es que nuestros superiores nos juzguen con ligereza, evalúen nuestro trabajo con absoluta frivolidad, y utilicen el “Informe del Desempeño” de sus subordinados para justificar sus propias carencias.

Casi mejor que lo quiten, y que como siempre, hagan los que les dé la gana, pero por lo menos, no quieran hacernos “cómplices” pasivos de sus arbitrariedades.

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