Va para dos
décadas. Fue un amor a primera vista: juventud, frescura, ideas nuevas. Una
nueva cara por las calles de Madrid.
Cuantas horas
dedicadas a ella, después de jornadas duras de trabajo.....”de tanto loco abrazo“..... no teníamos ningún problema en pasar
también las tardes por ella.
Cada mañana al
llegar miraba con orgullo su logotipo.....”jamás
pudo existir tanta belleza“.
Alguien me dijo: “jamás duró una flor dos primaveras“. Y
yo no le quise hacer caso.
Como con todo en
esta vida, pasó el tiempo para todos. Cambiaron las cosas para todos. “Jamás pensamos nunca en el invierno, pero
el invierno llega, aunque no quieras“.
Pensaba sin
embargo, que seguía siendo el mismo en el trabajo, pensaba que tenía la misma
energía y .....”y una mañana gris al
abrazarnos, sentimos un crujido frío y seco“.....¡ no, no eran los riñones
!, era un primer hachazo en lo más profundo de la autoestima, cuando el Zona
dijo que esforzarte “no es estar de 8
a 3, esforzarte es quedarte hasta las 8 de la tarde”.
Un segundo
crujido, ¡ uf ! ¡ no era el cuello !, era una punzada en el amor propio, cuando
el Zona dijo que “el sueldo hay que ganárselo y si no cumples los objetivos no
se demuestra que te lo ganas “.
Pero si
realmente, como dice la canción de Manuel Alejandro interpretada por Rocío
Jurado.....”Me alimenté de ti por mucho
tiempo, nos devoramos vivos como fieras“.....debe ser que era la hora de
seguir alimentando a la empresa regalando tardes de reuniones, cursos, charlas,
y si no había dinero para la gasolina había que rascarse el bolsillo propio.
Había que sacrificar al cónyuge, hijos y padres ancianos para satisfacer fuera
de nuestro horario la justificación de algún bienpensante que nos dice como
vender después de más de veinte años de oficio y algún otro artificio para
justificar no se sabe el qué.
Mis horas
dedicadas a la empresa gratuitamente, obviando a la seguridad social y a la
Hacienda Pública, por sacar aquel préstamo o hipoteca a nuestro cliente. Las
horas y esfuerzos por dar puntos a la oficina y rentabilidad a la Caja. El
tiempo dedicado en formar aquellos compañeros recién entrados.
Y una mañana, al
sonar el despertador, es cuando .....”cerramos
nuestros ojos y pensamos: Se nos rompió el amor de tanto usarlo“.....
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