jueves, 19 de noviembre de 2009

PRESIONES DESPROPORCIONADAS (e injustificables)

Todos sabemos en qué fechas estamos.Con la mitad del mes de noviembre ya consumido, el ejercicio va apuntando a su fin y, con ello, el tan temido recuento de los objetivos del año.

Sabemos que el año ha sido, está siendo, malo y no ponemos otro apelativo peor porque, ojalá nos equivoquemos, el siguiente ejercicio puede que deje a éste en buen lugar.

En estas circunstancias, muchas oficinas se encuentran con la desagradable constatación de que están muy por debajo de la consecución de objetivo de otros ejercicios. Y ya sabemos qué viene aparejado en estas circunstancias: la loca carrera para, al menos, tratar de maquillar los datos finales. Baste como ejemplo de lo absurdo de determinadas situaciones, creadas a raíz de esta vorágine maquilladora, un anónimo que hemos recibido este mes y que, dada su extensión, no publicaremos como nota sindical sino como colaboración en el próximo Info-UGT.

Más o menos, la mayoría de las oficinas están en esa tesitura, pero no en todas se habilitan las mismas armas para mejora el ejercicio ni, por desgracia, en todas se dispone de equipo directivo que sepa distinguir entre, por una parte, dar un empujón a las ventas con talento (y buenas maneras) y, por otra, calzarse el látigo de cómitre galerero para azuzar (siendo suaves con el término) a sus subordinados sin talento, ni maneras y pisoteando la dignidad de empleados que llevan lustros realizando su trabajo con eficacia y eficiencia, según se les ha dicho más de una vez.

Curiosamente, la mayoría de los casos que nos han llegado responden a patrones fijos. Por una parte, algunos directivos a los que les duele anticipadamente el bolsillo por los extras que no van a cobrar por objetivos, y los segundos, muchísimo más peligrosos, que se corresponden con recién llegados a las oficinas que parecen que tienen que marcar territorio para poder presentarse ante sus superiores y decir "mira qué bueno que soy, te he levantado la oficina en tres meses ; el puesto se me queda pequeño...", aunque para ello haya tenido que minar la salud física y psicológica de sus empleados mientras ellos, posiblemente, han estado tocándose los bajos sentaditos en su despacho o charlando con algún cliente vip en el bar de la esquina.

A esta cuadrilla de trepas-latigueros de nuevo cuño hay que pararles los pies ya. Como la mayoría de los acosadores (seguimos siendo condescendientes y laxos con los términos empleados) acostumbran a ser unos cobardes (presuntos) que basan todo su poderío simplemente en su posición más elevada en el escalafón, suele ser bastante efectivo que, con la autorización expresa del acosado, un representante sindical le haga cierta llamadita o visita para tratar de aclarar qé está ocurriendo bajo el recordatorio de que las denuncias por acoso existen y suelen ser tomadas muy mal por sus superiores que podrían verse retratados sin querer en tan lamentable espectaculo.

Como seguramente todo será un triste malentendido, las presiones tenderán a desaparecer como por arte de magia, pero para eso hay que retratarse, esto estener el valor de enfrentarse con el acosador (presunto) sabiendo que tienes a tu lado a alguién que defenderá tus derechos.

Sí, hay que echarle valor al asunto, pero mejor un mal trago que puede durar unos días mientras todo se aclara que tragar varios años mientras tu salud mental se deteriora.

Afíliate. Es por tu salud.

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