lunes, 6 de septiembre de 2010

CUI PRODEST ? - ¿ A QUIEN BENEFICIA ?

Los medios de comunicación propiedad de los bancos –ninguna Caja de ahorros tiene un medio relevante de comunicación– han jugando un papel determinante en la reconversión de la industria financiera. Su insistencia machacona ha conseguido que la gente corriente hable en el autobús, en los bares con cierta soltura de stress test, solvencia, liquidez, Tier1 o core capital para llegar a una conclusión inevitable: las cajas de ahorros primero deben juntarse –da igual el procedimiento–, y después ser compradas por bancos, para que vuelva a fluir el maná del crédito para pymes y con ello pongamos final a la crisis. Pobres ilusos.

Ya se sabe que los políticos terminan haciendo realidad en el BOE lo que es realidad en la calle por aquello del electoralismo. Y esta vez no ha sido una excepción. También se sabe que cada vez que un partido político gobierna en este país termina “ayudando” a algún banquero afín –los dueños de los bankmedia, precisamente– a subir en el escalafón de banqueros. Apelamos a la memoria histórica de los más viejos y a la curiosidad de los más jóvenes para deciros que a mediados de los años 80 del pasado siglo nuestros dos banqueros más prominentes de la actualidad, Botín y efegé, ocupaban uno el sexto puesto en ese escalafón y el otro estaba casando órdenes de compra-venta en su agencia de valores.

Resulta evidente que con su esfuerzo y dedicación no habrían accedido en tan breve espacio de tiempo a los primeros lugares del mundo. Los primeros bancos del país en la época eran Central, Hispano, Banesto, Bilbao, Vizcaya y Santander. Felipe le vendió a buen precio el Banesto a Botín después de haberlo intervenido y saneado con fondos públicos y Aznar “facilitó” extraordinariamente las cosas para que el BBV añadiera la “A” a su logotipo –en realidad toda la banca pública española–, momento que coincidió, casualmente, con el cese de las hostilidades contra el Presidente del Gobierno de un potente Grupo mediático dependiente del BBV –bankmedia, por tanto–, el Grupo Correo, hoy Vocento.

Esta nueva etapa presidencial no iba a ser una excepción en la todavía corta historia democrática de nuestro país. Lo que pasa es que ya casi no quedan bancos. Se sabía, no obstante, que llevaban mucho tiempo detrás de las Cajas de Ahorros, una especie de bancos sin propietario, que año tras año les quitaban cuota de mercado, además del orgullo local. Imaginaros lo que debe fastidiar ser el primero del mundo y el segundo de tu país. Es como si Iniesta perdiera un partidillo entre solteros y casados en Fuentealbilla, su pueblo, pero, además, todos los años.

Pues ya está. En esta legislatura les regalamos las Cajas de Ahorros. La única pega era su maldita naturaleza jurídica que impedía a los bancos comprar Cajas de Ahorros. Esto tenía que cambiar, pero los partidos políticos no habrían podido justificar tal cambio legal en época de bonanza sin un escándalo de órdago. Ya vendrían tiempos mejores, es decir, peores. Y llegaron.

En el año 2008 llegó la crisis de la economía real de la mano de la crisis financiera ultraliberal, protagonizada por estos gurús delincuentes que se hartaban de repetir sus slogans favoritos, –y que ahora repiten como loros los junta letras de los bankmedia– de “menos estado y más mercado” o “lo que no son cuentas, son cuentos” con el resultado que todos conocemos, el Estado liberal que todo lo confía a la “mano invisible de Adam Smith”, desatendiendo sus funciones de supervisión, terminó pagando los platos rotos de los banqueros ultraliberales con los impuestos de los obreros.

Lo más curioso del caso es que los banqueros siguieron tras el rescate estatal en sus despachos con sus cláusulas multimillonarias, que no pueden perder por aquello de la seguridad jurídica de los contratos, eso sí, mientras los obreros que habían pagado el pato se quedaban en el paro.

Este era el momento adecuado para que los políticos de turno –nótese que es el único acuerdo al que han llegado Gobierno y oposición en 7 años– pudieran cambiar la Ley y justificar con mentiras la traición que estaban haciendo a unas entidades centenarias, a su clientela, a sus trabajadores y a una forma de hacer banca sin gestión capitalista, desde la gestión colectiva de “aquellos que tienen a su cuidado la comunidad”, que diría el escolástico.

Pero había un último obstáculo que salvar para que no pareciera un auténtico atraco estatal. Las cajas de ahorros españolas, como colectivo, habían sobrevivido a la crisis económica y financiera mejor que todos los bancos de países liberales, tan sólo empañadas por un loco que quiso tener un aeropuerto privado en Ciudad Real y por un cura cordobés y manirroto. La solución era poner en marcha la mayor campaña mediática y mentirosa que se recuerda por aquellos que resultarán a la postre beneficiados. Cui prodest? ¿A quien beneficia el delito? Paradójicamente, a los mismos bancos que generaron la crisis.

"Cui prodest scelus, is fecit"

"Aquel al que favorece el crimen es quien lo ha cometido"
Medea, Séneca                                            

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