martes, 13 de abril de 2010

QUERER ES PODER

Es difícil explicar por qué las mujeres que trabajan en iberCaja no pasan de puestos considerados “¿intermedios?”. Nada que ver con otras empresas en las que también figuran en la parte de arriba del organigrama directivo.

Pese a la palabras de nuestra Dirección de que existen igualdad de oportunidades, algo debe de fallar. ¿Existe autocensura a la hora de pedir vacantes? ¿Hay, quizás, usos dentro de la empresa que impiden el deseo de tener más responsabilidad?

A los condicionantes genéticos podrían unirse otros de la forma de hacer habitual en nuestra empresa. No hay duda de que la mayoría del peso de la familia recae sobre ellas. Por mucho que los hombres pongamos de nuestra parte, siempre son ellas quienes reciben el primer aviso de los hijos cuando se ponen enfermos. “Mama, me duele la garganta”. Y mama va con ellos al médico, a la revisión del colegio, a estar en el parque con otros niños y otras mamas, simplemente porque sus hijos así lo prefieren.

No nos engañemos, los cargos de responsabilidad requieren un plus de dedicación y sacrificio. Y cuando, además, se necesita estar siempre disponible para las necesidades, o caprichos, de la empresa. Esas que vienen dadas por la falta de plantilla, por los objetivos desorbitados e innegociables, hacen que muchas de ellas se planteen si merece la pena lo que tienen que dejar por lo que van a recibir a cambio: mucha dedicación y poco reconocimiento.

Académicamente están tan bien formadas como los hombres a la hora de incorporarse a la empresa. Pero con el paso del tiempo, poco a poco muchas se van quedando en el camino, renunciando a promociones profesionales, simplemente por no sacrificar tiempo para su familia. Tiempo extra.
 
Es curioso ver que la mayoría de ellas llegan a su tope profesional como subdirectoras o como gestoras/gerentes. Hasta allí la proporción de nombramientos está en relación con el número de hombres-mujeres, incluso superior. Pero a partir de ese puesto, una delgada línea impide pasar al otro lado. Por no decir una barrera.

¿Quién pone los limites? Nuestra Dirección dice que ellos no. Que ellos evalúan todas las solicitudes, y que escogen asépticamente a la persona que consideran más adecuada. Solo una directora por cada cinco directores. Algo tiene que fallar por el camino, para que solo esa proporción sea la “adecuada” y poco a poco se vayan descolgando.

Ellas no son floreros para exhibir. No están solo para dar imagen de cara al público. Pero llega un momento en que su carrera llega a un limite. ¿Aspiran a ser más en su trabajo? ¿Pueden realmente serlo? Los números no mienten.

Si no quieren ser más y no llegan, algo se esta haciendo mal. Y si quieren serlo, también se está haciendo algo mal, puesto que no están llegando.

En el periodo 2005/2009 se ha hecho 2389 contratos temporales a hombres y 3808 a mujeres. Pero contratos fijos se han hecho 641 a hombres y 512 a mujeres. De estos contratos fijos, con nivel superior a XII, se han hecho 164 a hombres y 57 a mujeres.

En fin, que como decía el titulo, querer es poder. Solo falta descubrir quién es el responsable de que el “querer” sea cierto y real.

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